“No tenía nada que hacer y de casualidad se me ocurrió tomarme ese vaso tan rápido que me embriagué.
Era un vino bastante barato.
Ella me dijo que yo tenía ideas extrañas y que ni loca pensaba como yo. Pero ella… ¡qué trastorno tenía!”
o…
“Estaba al pedo y de pedo se me ocurrió tomarme ese vaso tan a los pedos que me puse en pedo.
Era un vino bastante pedorro.
Ella me dijo que yo tenía un pedo atómico y que ni en pedo pensaba como yo. Pero ella… ¡qué pedo tenía!”
Ya me lo decía papá:
“Hablar bien no cuesta una mierda y trae unos beneficios de la puta madre!”Etiquetas: Cuentos