Hace poco se me había ocurrido un argumento genial para escribir una novela o un guión de cine. Aún lo tengo en mi cabeza, pero todavía no lo escribí. Pienso que quizás es algo que ya está hecho, y eso me desmotiva.
De a poco me fui cerrando y encerrando, y así fue como se acabaron muchas cosas. Entre ellas, este blog. Casi 5 meses sin postear. Empecé a plantearme si realmente queria seguir diciendo, y diciendo qué.
¿Seguir contando acerca de mi cotidianeidad? ¿A quién podría resultarle interesante?
¿Seguir volcando aquí las historias y los cuentos que suelo escribir? ¿Para qué? ¿Para que después aparezcan como cadena anónima por e-mail, o mi entorno de amigos piense que es real algo que en verdad es ficción, y ese tipo de confusiones?
Cientos de estos interrogantes se me plantearon, y si bien es cierto que en una época determinada necesité mucho un espacio para la descarga (que quizás no hubiese sido éste, tampoco), de ninguna manera hubiese querido que un vómito de letras se transformara en una daga. El poder de la palabra escrita es increíble, y no sé... aún no sé si esto es un
volver a empezar, un
retomar, o un
porque pintó hoy... pero bueno, aquí estoy.
¡Hola!
Y ya sé que no los dejo ni siquiera saludar, pero es parte de lo mismo. Hace un tiempo que siento que vivir en el silencio me da muchísima más paz, y prefiero seguir pensando que lanzo palabras a un vacío que ni siquiera me devuelve mi propio eco. Me tranquiliza más pensar que ya nadie me está leyendo a saber que seguramente sí lo están haciendo.
Etiquetas: Porque sí