Merlina era la maga de las sierras. Posó su varita sobre mi frente apenas pisé su tierra y respiré su aire. Noté alguno de sus poderes en cuanto lo hizo, otros no. Otros recién los estoy notando desde hace algunas horas.
Merlina me enseñó el silencio y la tolerancia. Me puso en otro plano.
Merlina me ayudó a convivir con la lluvia, el sol, el calor, la humedad, y me mostró que ella es capaz de pintar sus sierras con los más variados colores. Y si quiere, hasta las oculta tras densas nubes.
Merlina me dio respuestas a los interrogantes que cargué en mi bolso al partir. Y puso, en palabras de una amiga, la frase del viaje: “Es hora de que aprendas a bajar las barreras que vos sola te ponés en la vida. Una vez que lo hagas, sólo te queda animarte a disfrutar...”
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