(Post dedicado a mi hermana Andie)Mi hermana es 4 años y medio mayor que yo. Somos absolutamente opuestas, no sólo en cuanto a cuestiones físicas, sino más que nada de personalidad.
Ella siempre fue muy tranquila, solitaria, independiente, reflexiva, responsable, estudiosa y aplicada. Yo, por el contrario, siempre chispita, inquieta, extrovertida, quilombera.
Un angelito por un lado. Un pequeño demonio por el otro.
Los padres en general tienden de alguna manera a encasillar a los hijos, y los nuestros no quedaron exentos de esta máxima.
Pero los hermanos compartimos un código muy especial. Y como tanto mi mamá como mi papá son hijos únicos, creo que siempre les resultó imposible imaginarse que dicho código existiera.
Ejemplo de situación: Se rompía algo en casa. ¿De quién se sospechaba, a quién se acusaba de la rotura, a quién ponáan en penitencia? A Naty.
Ok, en la mayoría de los casos, tenían razón. Pero había veces que no, que yo no había sido la culpable! Y no importaba que yo quisiera explicar y dar todas las excusas, porque sino encima me tildaban de "mentirosa", entonces la penitencia me la comía igual, fuera culpable o inocente de lo que se me acusaba.
Varias veces la "chucky" de mi hermana ejercía tortura psicológica, además. Y me decía, en susurros por lo bajo: "Me seguís jodiendo y le cuento a papá y te van a castigar...". Y yo le tenía un miedo atroz a la ira de mi padre, por ende le respondía: "Nonono, porfi, hago lo que quieras!". Y así me dominaba.
Hace unos años, mis padres por fin entendieron este tipo de situaciones y se dieron cuenta que ni una era el angelito ni la otra el demonio. Con mi hermana nos reíamos recordando este tipo de amenazas, y, por supuesto, las cuento con la mejor de las ondas, todo está perdonado y hoy por hoy forman parte del arcón de las anécdotas graciosas de la infancia.
Ahora ella vive en otro país, en otro continente, a decenas de miles de kilómetros de distancia, y muchas, pero muchas veces me siento sola. Siento que me falta ese código de hermanas con ella, esa complicidad, ese entendernos con sólo mirarnos y reírnos de cosas que mis padres nunca entenderán, por más que intentemos explicarlo.
Hoy te extraño, hermanita. Y esta es mi manera de decírtelo. Te sonará raro, sabemos ambas que no suelo extrañarte porque ya desde hace muchos años entendí que tu lugar en el mundo no era acá, y por eso no me cuesta el desapego, me es natural. Y hoy no es ninguna fecha en particular, ni nada.
Sólo eso. Extraño mirarte y entendernos. Quisiera contarte muchas cosas con mis ojos. Y ni el teléfono, ni los mails, ni el messenger pueden devolverme ese contacto. Ni siquiera este post.
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