Todos los años, cuando los días fríos comienzan, mi adicción por el chocolate aumenta considerablemente.
Y cada año me pasa lo mismo: del gran surtido de golosinas de chocolate que existen, elijo una o tal vez dos, que pasan a ser mi fetiche, mi obsesión. Simplemente porque no puedo dejar de pasar por los kioscos y comprarme
esa golosina. Y no una. Muchas. Me zarpo.
Esta golosina cambia año a año. Y no es que la elija voluntariamente. Sino que se da solo: me agarra una compulsión por comprar siempre la misma.
En temporadas anteriores fueron: los Bon-o-bon, las barritas de Felfort, los Rocklets, el Tofi, el Milka Cream, el Nougatón, el Nussini o el Shot, solo por nombrar algunos. En el 2003, la estrella fue la Tita.
Y este año (trompetas, bombos y platillos, por favor!), mi fetiche ha pasado a ser, por segunda vez en la historia: el bocadito Marroc!
Lo mejor de todo, es que hoy encontré un kiosquito ahí cerca de donde voy a Teatro, en el que te los venden a 3 x $1!
Lo malo (porque todo lo bueno tiene algo malo!) es que esta golosina ha reducido su tamaño. Por ende, debo comprar más Marrocs para satisfacerme.
Etiquetas: La golosina fetiche