Lo divertido: Escuchar las pavadas que dice tu mamá bajo los efectos de las drogas.
Lo angustiante: Verla sufrir de dolor y no poder hacer nada para ayudarla más que agarrarle la mano.
Lo tragicómico: Que te diga llorando: "No quiero que me veas así!" y responderle: "Mamá: es la ley de la vida. Vos me viste a mí en cada situación! Ahora todo empieza a invertirse. Hoy debutamos con esto. En un par de años te estaré cambiando los pañales!".
Lo bipolar: Que después del punto anterior, ella pase del llanto a la risa y te conteste: "Guacha, no me hagás reír, que me duele más!".
Lo tierno: Verlo a mi papá a su lado todo el tiempo. Notarlo nervioso esperando que salga del quirófano. Que delante mío la haya llenado de besos apenas se despertó de la anestesia.
Lo asqueroso: Ver a tu mamá vomitando y tener que vaciarle y limpiarle el bol a cada rato.
Lo ventajista: Que tu papá te lleve a comer al Paseo Alcorta y que te haga una especie de "all inclusive", pagándote todos los gastos de comida y transportes (en taxi ida y vuelta, obvio!).
Lo reconfortante: Recibir llamadas, visitas y muestras de apoyo y cariño de familiares, novio, amigos, compañeros de trabajo y vecinos. Escuchar miles de veces las frases: "Contá conmigo para lo que necesites", "Estoy a tu disposición" y "Mandale un beso a tu mamá".
Lo importante: Que mamá está bien. Y ya está de alta.
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