Yo te quiero explicar algo.
Yo soy re simpática. Tengo esa cosa de que le agrado a todo el mundo (bueno, o a la gran mayoría). Soy divertida, graciosa, chispita, los mejores chistes salen de mi boca, y mi cara siempre es la más expresiva, y mi cuerpo es como de plastilina.
Tengo carita de ángel y los ojitos me brillan. Siempre de buen humor, siempre bien predispuesta para colaborar con todo...
Pero a veces me canso. Y ahí es cuando te desconcertás. Porque me sale Chucky de adentro.
Trato de seguir siendo buena. Aguanto, aguanto, aguanto... Escucho calladita. Entremezclo con alguna sonrisita. Mi silencio puede ser tu condena y seguramente todavía no te enteraste y no lo sabés...
Finalmente, llega un punto en el cual no puedo aguantar más. El demonio se apodera de mí y sale de mis entrañas con toda su furia. Y como además soy extremista, no es que pego tres gritos, sino treinta mil. No es que te pongo carita de culo, sino... a ver, imaginate como sería el culo de la gorda Matosas en vivo y en directo y ahora hacete un copy-paste de mi cara en ese culo. Esa es LA cara que pongo.
Mi lengua se vuelve bífida y digo las peores cosas, las palabras más hirientes y cínicas. Me visto completamente de ironía (no de heroína!). Escupo morbo, del más negro, sucio y podrido. Te vomito los insultos más fuertes. Mis uñas se vuelven garras, mi mirada es un glaciar...
Sabelo. Puedo ser cualquiera de estos tres estados. Soy todo esto. Tratá siempre de sacar lo mejor de mí y de quedarte en el primero. Porque si llego al segundo como que la pasarías un poco mal. Y si me encontraras en el tercero, te juro que nunca más me olvidarías. Pero para mí, vos estarías muerto, enterrando y ardiendo en mi infierno.
Etiquetas: 5 minutos de odio