¿Para qué? Si con sólo haber visto el cielo de esta mañana: celeste surcado por franjas rosadas, me alcanza.
Si con haber podido sumergirme en la profundidad de esos ojos y descubrir la pureza, ya me fue suficiente.
En serio, no hace falta. Si sé que existen esas caricias y esa flama que, al rozarnos, hace arder nuestros cuerpos.
Quedate tranquilo, te digo que no lo necesito. Si la madera ya traspasó mis poros, transformándose en pulsión.
Gracias. No quiero fuego. Lo llevo en mi interior.
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