Anoche fui con un grupo de compañeros de Teatro a ver
"Macbeth, la tragedia", la obra de teatro que protagoniza nuestra profesora de actuación.
Durante esa hora y media de espectáculo se puede observar:
* Cómo una mala actuación en un papel fundamental
(Malcolm) puede hacer bajar notablemente la calidad de la obra.
* Cómo se puede llevar a cabo una buena adaptación de un clásico difícil, pero siempre vigente.
* Lo acertado de una puesta de bajo costo en cuanto a la escenografía y armado del escenario, y lo desacertado en cuanto al vestuario.
* Que la misma puesta de la que hablo en el punto anterior puede tener sus buenos recursos y lograr pequeños momentos sublimes sin necesidad de grandes costos económicos.
* Que el remate final (capricho del director, quizás?...) es totalmente desacertado y fuera de lugar. No hace falta, che!
La ambición por el poder, tema central de la obra, sigue vigente. La enigmática frase de las brujas:
"Lo bello es sucio y lo sucio es bello" queda retumbando en la cabeza de los espectadores. Si uno no pierde de vista que
"Macbeth" es Shakespeare, y que con eso ya está todo dicho y uno puede intuir con qué tipo de escenas y diálogos se puede encontrar, a quienes aprecian de su obra se las recomiendo.
Lo que sí, en serio: traten de ignorar al actor que hace de
Malcolm (o al menos, traten de no tentarse con su actuación paupérrima, como nos pasó a nosotros) y traten de ignorar los últimos 20 segundos de la obra. Mentalmente, finalícenla antes.
Ah! Y no porque sea mi profe, pero la actuación de
Mercedes Fraile en el doble papel de
Lady Macbeth y
Hecate merece un aplauso aparte!
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