Después de haber terminado de leer la última hoja de
"Pasaporte" me aparecieron las ganas de volver a empezarlo. No sólo porque la historia es interesante, sino porque además, hace falta reconstruirla temporalmente, y una vez que uno la cerró y se enteró de todo lo que realmente pasó, es necesario rearmarla, volver a pasar por cada capítulo, entendiendo esta vez por qué
Josi escribe en cada uno de ellos las frases que allí figuran.
La historia que se cuenta es simple y cotidiana, por lo cual, no es difícil sentirse identificado en algún trayecto del libro con las características de alguno de sus personajes, o con su discurso, o con sus pensamientos, o con las situaciones por las cuales ellos transitan.
La lectura de "Pasaporte" es simple y llevadera. Simple: porque está organizada en capítulos cortos. Llevadera: porque el lenguaje coloquial y cotidiano que utiliza lo transforma en algo mucho más real. Cualquiera de nosotros puede ser, actuar, pensar o hablar como cualquiera de sus personajes.
El mensaje o la interpretación que yo le di a "Pasaporte" también me resultó claro en todo momento. Aprender a entender las señales y las vueltas del destino. Las casualidades (o causalidades). Cómo los tiempos de cada uno de los personajes, en sincronía o no, pueden modificar o marcar situaciones y decisiones. La importancia de las pequeñas (grandes) decisiones que uno toma en cada momento de la vida. Y todo esto, acompañado por la música (en primer lugar), el cine y la literatura.
"Pasaporte" es así: simple, fácil. Pero no por ello, poco sustancioso. "Pasaporte" es un libro cómodo. Cómodo para llevar, cómodo para leer... y uno se siente cómodo leyéndolo. La historia engancha y atrapa desde el primer momento, y ese gancho se mantiene hasta el epílogo, donde todo se resuelve o se termina de armar.
Me gustó leerlo. Ahora quiero la segunda vuelta. Mañana lo (re)empiezo!
Una vez más, mis felicitaciones para Josi!
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