Dos horas antes, ya estábamos todos ahí. Ensayamos todas las escenas, hicimos los últimos retoques. Salíamos y entrábamos, nos íbamos a fumar y volvíamos. Algunos estaban nerviosos y se notaba. Barby estaba con 38º de fiebre y tos. El Polako no pudo venir porque se desacomodó la clavícula jugando los últimos cinco minutos de un partido de fútbol el domingo y está con reposo.
Cuando se hizo la hora, nos reunimos en el medio del escenario y nos deseamos lo peor. Dimos las
hurras junto a nuestros dos guías: Mercedes Fraile (nuestra profesora de Actuación) y Lorenzo Quinteros (the boss).
Nos tiramos todos al piso y nos quedamos solos, mientras Mecha iba a buscar al público para hacerlo pasar. Nos hacíamos chistes. Algunos decían:
¿Todavía estoy a tiempo de arrepentirme?Comenzó a entrar la gente, se ubicó en las butacas. Y nosotros: nada, ahí. No podíamos movernos ni mirar ni nada. Qué nervios.
Arrancamos haciendo un trabajo corporal que se llama
Pesos y Apoyos, donde experimentamos con la distribución del peso del cuerpo utilizando desde los máximos hasta los mínimos puntos de apoyo. Primero solos. Después en parejas. En cuartetos. En octetos. Y finalmente: una única estructura que nos comprometía a los dieciséis integrantes. La fabulosa arquitectura de los cuerpos.
Luego vinieron las ocho escenas que presentábamos. La segunda era la mía. Y salió todo bien, en todas. La gente se reía, se asombraba, se sorprendía y al final, aplaudía. Nosotros nos abrazábamos, colaborábamos todos con todos.
Y para cerrar, un juego:
Tengo ganas de..., donde cada uno va diciendo algo que tiene ganas de hacer y los demás nos contagiamos esas ganas y lo hacemos. Y salió lindo también, salieron cosas muy ocurrentes. El público se seguía riendo.
Saludo final. Todos abrazados sobre el escenario. Aplausos para nosotros. Aplausos para Mecha. Aplausos para la gente que nos vino a ver.
Fue una hora y media y se nos pasó rapidísimo. La disfrutamos desde el minuto cero hasta el 90. Salió todo bien. Nosotros estábamos bien. Conectados. Y creo que se nota. Por algo nos autodenominamos
Química y Risas. Insisto: lo disfrutamos. Y cómo!
Luego, a reencontrarse con la gente querida. Abrazos hermosos, felicitaciones.
Qué lindo es eso, qué buena escena aquella, qué lindas cosas se arman en eso de los pesos y apoyos, cómo me reí con esa compañera tuya la que hizo de...
Y nos fuimos en banda a un barcito y ahí nos tomamos todo, nos comimos lo que había, hablamos hasta por los codos. Nos abrazábamos. Nos elogiábamos. Estábamos eufóricos.
Ya está. Le tomé el gustito. Quiero seguir, quiero seguir actuando, quiero aprender más, quiero crecer, quiero morir arriba de un escenario, quiero seguir emocionándome al actuar o al ver actuar a mis compañeros.
Aguante Química y Risas! Mierda que salió todo bien! Y un enorme
Gracias a los que estuvieron allí de testigos.
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