¿Alguna vez escucharon hablar del juego Six Degrees of Kevin Bacon? Por si la respuesta es no, les cuento brevemente cómo funciona: Se trata de encontrar mediante una cantidad máxima de seis pasos en qué forma el actor Kevin Bacon está relacionado con cualquier otro actor. Por ejemplo: Kevin Bacon se relaciona con Sean Connery en 3 pasos, ya que Bacon trabajó con Kevin Costner en JFK, quien trabajó con Christian Slater en Robin Hood, que a la vez trabajó con Sean Connery en El nombre de la rosa. ¿Se entendió, no? Bien. La cuestión es que haciendo un poco de zapping el fin de semana pasé brevemente por El Faro, película argentina que ya había visto, pero que no recordaba que uno de sus actores era Ricardo Darín. Y se me ocurrió que este mismo juego sería aplicable al señor Darín, quien en los últimos quince años creo que protagonizó más del 50% de las películas argentinas, compartiendo pantalla con una infinidad de actores.
También estuve reflexionando que existen al menos dos lugares a los cuales uno asiste sabiendo exactamente a qué hora entra pero desconociendo a qué hora sale. A saber: los turnos con el médico y la peluquería. Por ahora no se me ocurren otros. Bah, aunque si quisiera filosofar un poco, podría decir que "a la vida también". ¿No?
Por otro lado, el sábado estuve en una fiesta y me di cuenta que hay un grupo bastante grande de temas musicales que aborrezco (además de todo ese género musical que dice llamarse cumbia), y que si estoy bailando re contenta y de pronto pasan uno de esos temas, me tiran para abajo y no me dan ganas de seguir. No vale la pena nombrarlos a todos, pero como ejemplos: "Le freak" (ese que arranca: "Aaaaaah freak out! / Le freak c?est chic"), "Last train to London" y "Celebration".
Además, terminé de corroborar mi hipótesis de que en invierno, yo hiberno. Como pruebas tenemos el finde pasado, que con el calorcito me hizo estar activa todo el tiempo, durmiendo seis horas por noche y suprimiendo las siestas; y este finde: frío + lluvia = sueño, fiaca, siestas, pachorra, me quedo dormida en cualquier parte, desgano... Por suerte dejó de llover. Mi felicidad sería completa si de una vez por todas arrancaran los días calurosos porque además necesito bajar estos kilitos del invierno y soy pésima haciendo dieta. Mi mejor forma de bajar de peso es el verano. El calor me saca el apetito y calma mi adicción al chocolate y mi preferencia por los desayunos o meriendas voluptuosos, con facturas de manteca, brownies y tostadas con mermelada. Necesito que los pantalones me vuelvan a cerrar.
Y como si esto fuera poco, también medité acerca de los Juegos Olímpicos. ¿Recuerdan que durante Sydney 2000, cuando todos madrugábamos para alentar al equipo de voley o a las Leonas o a quien fuera, los políticos habían prometido darle más bola al deporte nacional y desarrollar programas de incentivo para nuestros deportistas? Se notan los resultados, ¿vieron? Nos llueven las medallas. Otra promesa más que no cumplen, pero bueno, no soy tan ingenua. Hace rato que no les creo más.
En fin. Como verán, éste fue un fin de semana muy productivo donde he reflexionado sobre asuntos de vital importancia para la humanidad.
Insisto: Que llegue el verano. Me van a hacer un bien y se van a estar haciendo un bien a ustedes mismos, creanme. Porque yo dejaría de escribir posts como éste, por ejemplo.
Récenle a San Pedro, ¿sí? Gracias.
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