Tengo frente a mis ojos una hoja de formulario continuo, de esas que tienen el troqueladito con los agujeritos a los costados. Está impresa. Tiene mi nombre. Y es una simple hoja, pero a mis ojos dice que me acerca un pasito más. Que hace un poco más real algo que hasta hoy era un sueño, un deseo, una idea, las ganas. Ahora ya toma carácter de
proyecto.
Esa hoja dice que (siempre y cuando pague una suma de dinero previamente) el sábado 30 de abril de 2005, a las 13.45 hs, hay un asiento reservado para mí en el vuelo 681 de Alitalia que parte desde Ezeiza, y que a las 7.35 hs del domingo 1 de mayo voy a apoyar mis pies en Roma.
De la misma manera, el martes 31 de mayo a las 16.55 hs me esperan en Madrid, así el miércoles 2 a las 6.05 hs les puedo volver a dar un abrazo a mis viejos y decirles simplemente:
"Gracias!".¿A qué me voy a dedicar durante ese mes? Primero pienso practicar todo el italiano que estudié durante el año pasado, volviendo a perderme en las laberínticas calles de la capital italiana, donde es imposible decir:
"Me voy a dar una vuelta manzana" y retornar al mismo punto de partida. Después voy a hacer que mis ojos suspiren admirando los lagos del norte (Como, Maggiore) y también un poquito a los hombres más bellos del planeta: los italianos de Milán.
De ahí me voy para el lado de la sangre y los genes y voy a volver a abrazar a mi hermana después de más de un año. Conocer el pueblito oculto entre los Alpes alemanes donde vive. Conocer su casa. Reírme de las gansadas que dice su novio y dejar que me paseen un poco, así yo también puedo jugar a que soy Heidi.
Un tren me llevará más hacia el frío y chato norte de Alemania para reencontrarme con Renate, mi mejor amiga de aquellos 5 meses en los que viví allá, a quien no veo desde hace 10 años. Y seguramente no nos alcancen las horas ni los días para contarnos todo. Me voy a volver a dar cuenta de cuánto la extrañé estos años.
Posteriormente vendrá otro esperado reencuentro: mi mejor amigo, Max
a.k.a. la Morsa. A él hace 3 años que no lo veo. Y ya desde esa última vez que vino a visitarme no toma más alcohol, así que no puedo decir que juntos nos vamos a tomar todos los litros de cerveza del mundo como en los viejos tiempos, pero seguramente nos reiremos mucho cuando le cuente que por este medio lo conocí a
peluca, quien hace unos años fue compañero suyo en un laburo, y que podemos pasar horas contándonos mutuamente anécdotas que tenemos en compañía suya.
Los abrazos no terminan acá. Porque aunque no los conozca todavía personalmente, se viene un abrazo gigante cuando en París me encuentre con los
Farfos! Y voy a dejar que me lleven a vivir la vida en
farfo-rosa, ya que seguramente así logren que me enamore de la ciudad de la luz y pueda dejar atrás la imagen fea que tengo de ella.
Para cerrar el viaje, me voy a conocer España, un país que me quedó pendiente en mi estadía europea anterior. Barcelona y Madrid serán mis últimos destinos antes de regresar al otoño porteño y volver a sentarme tras el escritorio de mi oficina. Ese escritorio que será mi destino cada uno de los días del próximo verano.
Pero no importa. Cuando ya ni el aire acondicionado de la oficina logre consolarme, voy a volver a agarrar este papel troquelado y lo voy a leer cuantas veces lo necesite, para que me vuelva la sonrisa de oreja a oreja que tengo en este momento.
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