Tengo que confesarte algo. Pero no se lo digas a nadie eh, porque mirá que es algo muy privado y me daría mucha vergüenza que se entere todo el mundo.
Siempre fantaseé con ser la pareja de un músico. Sí. No sé, te juro que no sé por qué, pero estaría re bueno, imaginate...
Lo ideal sería conocerlo cuando todavía no es famoso, ¿entendés? Enamorarse, que él pierda la cabeza por mí. Entonces ponele que él toca un instrumento. Sí. Ponele: guitarra. Y además, canta. Claro, porque los cantantes son siempre como los líderes de la banda. Y compone. Compone sus propios temas.
Entonces yo lo conozco cuando todavía está en esa etapa que está dale que va con la guitarrita y el amplificador en la habitación de su casa. Y forma una banda. Y yo sería como esa dulce compañía que lo acompaña a los ensayos. Y voy... divina. Me siento en un rincón y hago
tiqui tiqui con el piecito, marcando el ritmo. Él me mira cada tanto y nos sonreímos mientras ensaya con su grupo.
Un día se ponen a componer sus propios temas y entran a tocar. Se mandan por su cuenta y consiguen tocar algunas noches en esos barcitos chiquitos. Y yo voy, claro, a cada uno de esos shows. Él está nervioso porque son las primeras presentaciones frente a desconocidos, y yo estoy siempre ahí a su lado para tranquilizarlo.
De pronto la banda comienza a hacerse cada vez más famosa. Cada vez más gente los viene a ver. Y un día cae un productor de una discográfica y les ofrece grabarles su primer CD. Imaginate qué emoción!
Y lo graban. Hacen las fotos de la tapa. Él me pone una dedicatoria en el librito ese que viene con las letras de las canciones. Yo me derrito de amor. Arranca la campaña publicitaria. Cada vez tocan en lugares más importantes, y yo siempre allí: observándolo, cantando todos los temas de memoria y sonriéndole desde el público. Él se inspiró en mí para escribir las letras de las canciones más dulces y cuando las canta en vivo, sólo me mira a mí. Me dedica los shows. Y un domingo a la tarde escuchamos por primera vez un tema de su banda en la radio y todos saltamos de alegría y brindamos. La gente empieza a pedir el tema. Rota más y más veces al día. Entonces hay que filmar el primer video clip. Y yo estoy detrás de cámaras. Después llegan de los diarios y revistas a hacerles notas. Él ya tiene un club de fans y sus seguidoras se enamoran de él, pero en cada nota que le hacen, él confiesa su amor por mí. Y entonces varias adolescentes me empiezan a odiar y a envidiar porque yo soy la única dueña de sus pensamientos y su corazón.
De pronto no lo podemos creer que todo se fue dando y nos encontramos con que él está a punto de salir a tocar al escenario de Obras. O del Luna Park. O de... ponele el Quilmes Rock. Antes de salir, él me besa y me dice:
"No lo puedo creer, mi amor", pero en mis ojos encuentra todas las respuestas y a los dos se nos cae una lágrima de emoción. Y al final del show, yo soy quien le alcanza la toalla para que se seque la transpiración. Después de ese mega concierto, él me pide matrimonio y tenemos una boda hermosa y lujosa que es tapa de todas las revistas de actualidad.
Poco después llegan las giras por el interior del país. Y luego afuera. La fama ya trasciende las fronteras y nos dedicamos a viajar por el mundo, y a dormir en habitaciones de hoteles lujosos dispersos por las capitales del mundo. Y las fanáticas lo adoran en todos los idiomas y lloran cuando lo ven y gritan. La gente nos espera en los aeropuertos, hay que ir a las conferencias de prensa. Y fotos. Y escaparse de los paparazzi. Y vacaciones en playas de aguas transparentes y arenas blancas. Y regalos. Después seguramente le ofrecen filmar una publicidad para una marca importante. Ponele Coca Cola. También lo invitan a los Grammy y a los premios MTV y se lleva un mínimo de tres estatuillas por año. Tenemos una casa enorme con una habitación exclusiva para poner los premios y colgar los cuadritos de los discos de platino.
Y así él se convierte en una estrella de la música internacional, adorado en su país y en el mundo. Y yo soy su mujer desde siempre. La incondicional, la que estuvo desde los tiempos ignotos, cuando nada de todo esto pasaba y a él sólo lo conocían sus padres, sus tíos, los vecinos y yo.
Sí: siempre quise ser una groupie!
Bueno, no. Pensándolo bien, mejor no. Seguramente el muy guacho terminaría cuerneándome con cualquier nenita. O peor: con una modelo! Seguramente le harían demandas por paternidad. O terminaría consumido por las drogas, porque viste que en ese ambiente se mueve mucha falopa. O quizás un día se acaba la fama porque algún otro nabo de la banda se manda un moco y este tarado termina deprimido y yo me tengo que bancar eso. No. No da. Además imaginate que seguro que si lo conociera hoy mismo, él estaría todo el tiempo con la guitarrita y componiendo temas y yo me cagaría de embole.
No, mejor no. Me arrepentí. No quiero ser groupie.
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