Cuando yo tenía 8 años, mis viejos nos llevaron a mi hermana y a mí a Miami y Orlando. A Disney, bah. Era nuestro primer viaje internacional (descontando los veranos en el campo de Uruguay). Fue la primera vez que me subí a un avión, un destartalado Boeing de Líneas Aéreas Paraguayas, donde a la ida me estallaron los oídos y a la vuelta me vomité todo.
Fue la primera y única vez que pasamos las Fiestas fuera del país. Y no fue precisamente muy divertido. Recuerdo haber estado en la habitación del hotel, afuera hacía frío, y nosotros comíamos frutillas con crema con gusto a plástico. Puaj.
Pero lo que yo les quería contar, es que este viaje marcó para mí una gran serie de descubrimientos. Fue mi primer contacto con el idioma inglés. Mis viejos me explicaron con paciencia el significado de ciertas palabras y frases clave como:
Merry Christmas, exit, have a nice day y ese tipo de cosas.
No saquen cuentas, en ese entonces se estaba terminando el año 1985 y en este país no existían un montón de cosas que allá en Estados Unidos sí estaban y que para mí representaban un mundo nuevo. Por ejemplo, las grandes cadenas de supermercados donde podíamos comprar de todo. Los fast food. Góndolas enteras con todas las Barbies, Ken y accesorios imaginables. Mi papá me regaló una Barbie que venía con un aparatito para hacerle torzadas en el pelo, y el set de la Barbie veraniega (que venía con un jet ski incluido!). Con mis ahorros, yo me compré mi primera cámara de fotos: una Kodak pocket, de esas que usaban rollo de 110. Me salió 29 dólares más taxes. Recuerdo que también pasábamos horas en un negocio de Radio Shack, donde terminamos comprando nuestra primera computadora. Y mi papá me regaló una motito a control remoto a la que yo paseaba contenta por el lobby del hotel. También nos trajimos una videocassettera. Volvíamos repletos de valijas, de fotos, de anécdotas y recuerdos. Volvíamos con sobrepeso porque apenas llegamos allá, tuvimos que comprarnos ropa de abrigo. Pensando que íbamos a Miami
Beach, olvidamos que era invierno y no nos habíamos llevado más que un bucito cada uno. Y allá les aseguro que hizo frío! Y llovió.
Tengo solamente recuerdos felices de ese viaje. No sólo porque para mí era lo más ir a Disney y descubrir todas estas cosas nuevas, sino porque además recuerdo que los cuatro sonreíamos como niños y nos divertíamos como locos. Estábamos realmente felices. Y todos los recuerdos de ese viaje están acompañados de una música en particular.
Entre todos los descubrimientos que hice, a los 8 años y durante esas vacaciones, descubrí a Madonna. Mi papá nos regaló a mi hermana y a mí el cassette de
"Like a virgin". Le gastamos la cinta de tanto escucharlo. Pero a partir de ese momento, nunca más la abandoné.
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