Anoche hablando con
Baterflai a raíz de su último post, salieron varias conclusiones interesantes. Acerca de cómo somos, de qué cosas nos mueven como personas y hasta dónde llega nuestra moral y conciencia social.
Hace 48 horas que los medios argentinos no hacen otra cosa que no sea mostrar y reproducir una y mil veces el audio de los últimos minutos del recital de Callejeros previos a la tragedia en República de Cromagnón. Y yo me pregunto si realmente hace falta que tengamos que escucharlo. Esto no es la caja negra de un avión, que puede aportar interesantes datos a la investigación. Todos podíamos imaginarnos perfectamente la conmoción y los gritos desesperantes en ese momento. No hacía falta que un móvil en vivo de América TV le pase por auriculares el audio a la madre de una de las víctimas, quien se arrancó los auriculares y dijo:
"Basta, yo ya no puedo más". ¿Cuánto dolor es capaz de soportar la gente? ¿Y por qué tienen que ser los medios quienes pongan a prueba el umbral de dolor?
¿Cuánto morbo somos capaces de consumir? Como cuando hay un accidente o escuchamos una sirena y tenemos que salir corriendo para ver qué pasó, no podemos resistirlo. Así, también, estuvimos todos (y me incluyo) pegados a la pantalla de la tele o al parlante de la radio escuchando los gritos, dentro de los cuales aquella madre y tantas otras, deben imaginar que están los de sus hijos. Y así hay un gerente de un canal que da el ok para que lo pasen cada cinco minutos. Y un periodista que yo creía serio y respetuoso (como Rolando Graña) que lo pasa como primicia exclusiva. Y un notero que le pone los auriculares a esa mamá. Y una espectadora, como yo, que lo consume. Toda una cadena en la cual el único beneficiado es el primero que nombré.
Dejemos a esta gente hacer su duelo en paz. Y los que tuvimos aquella suerte de que esta tragedia no nos tocara en nuestro círculo más cercano, respetemos, acompañemos si queremos, pidamos justicia y, ante todo: tengamos cuidado acerca de lo que estamos consumiendo. Sino esto es lo mismo que estar al lado del que prendió la bengala y no decirle nada. Es una cadena de impunidades de la cual indefectiblemente terminamos formando parte. Y les aseguro que somos la parte perjudicada, no la que se beneficia.
Por mi parte, voy a mantener la tele apagada. Y si la prendo, voy a salterarme los canales de noticias. Así no es la cosa. Me da vergüenza que éste sea el famoso
Cuarto Poder que me representa como argentina.
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