Yo te voy a decir una sola cosa, a vos, C. Sí sí, a vos, el protagonista del Mar de Amores III. No puede ser que se dé la casualidad que las dos únicas veces que posteé algo sobre vos en este blog, apareciste dentro de los días subsiguientes. Yo sé que no leés este blog porque no tenés la url, que yo sepa. Y si por esas cosas lo estás leyendo... bueno, ya sabés entonces qué es de mi vida. No habría necesidad de que me mandes el mail anual, asunto "Qué hacés?" para preguntarme en qué ando, cómo va mi vida y si ya me casé o soy madre, y me entretengas durante dos o tres mails más haciendo gala de tu fluido italiano y preguntándome cuándo voy a darme una vueltita por allá. Listo, ya fue, te lo dije: voy a estar en tu ciudad en mayo, lo cual no garantiza un encuentro eh. Está todo bien, pero no sé si tengo ganas de verte.
Y de paso, ahora te hablo a vos, P., quien todavía no tiene un Mar de Amores propio pero que bien podría ser el próximo. Viste cómo yo también puedo hacerme la distraída y esquivarte en tus visitas a Buenos Aires? Qué onda? Te la pasás yendo y viniendo pero sos vos el que decide cuándo pegar el tubazo, buscando... sí, buscando
eso? Bueno no, esta vez te vas a tener que subir al avión con mi negativa como equipaje de mano. Te ganaste una de mis reacciones de rubia histérica.
Nunca voy a terminar de entender que los hombres son equinos exhaustos. Y no me vengan con que las mujeres también y blabla, porque sepan que cuando las mujeres cerramos una historia, la cerramos.
Malditos SSQ! (copileft
Baterflai). Dejenme en paz. He dicho.
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