Se hizo esperar, el guacho. 4 años y 1 hora de atraso. Y al final, apareció, con sus zapatillas de lucecitas plateadas y junto a toda esa manga de delirantes. Ahí estaba:
Emir Kusturica & the Non Smoking Orchestra en el Luna Park!
¿Qué pasó después? No sé.
Sólo sé que se me dibujó una sonrisaza en la cara, que todavía no me la puedo sacar, por suerte. Sólo sé que me divertí como loca. Que admiré cada acorde, cada chiste, cada proeza del violinista Dejan Sparavalo... y de todos, todos ellos que son unos grossos.
Sólo sé que esta gente logra contagiar una energía increíble. Que se nota cómo disfrutan lo que hacen y cómo se divierten arriba del escenario.
Sólo sé que llegó un punto en el cual perdí la noción de separación entre el hombre y el instrumento que ejecuta. Porque cuando uno los mira a ellos tocar, pareciera que los instrumentos forman parte de sus propios cuerpos. Tienen dominio absoluto, y por eso pueden cantar, saltar, bailar, correr y "actuar" mientras siguen tocando como si nada.
2 horas seguidas con la sonrisa clavada en la cara. 2 horas de asombro y admiración total, de energía y alegría. Las palmas de mis manos hinchadas de tanto aplaudir.
Y, como condimento adicional, una ubicación
mejorimposible. Una
compañía experta en el asunto. Y todo eso, gratis.
Ahora sí, envidienme mucho. Yo que ustedes, lo haría.
Special thanks to: Diego, que, aunque no te conozco y lamento las circunstancias, sin vos nada de esto habría sido posible! Gracias!Etiquetas: Música