El año pasado, para una escena que teníamos que escribir y actuar en parejas en la escuela de Teatro, con
Barby creamos a Marta y Olinda. Estos personajes (dos típicas viejas de barrio) nos hicieron reír tanto que se instalaron para siempre en nosotras, y ya son por demás populares en ronda de amigos, por lo cual es muy común que cuando Barby y yo estamos juntas, hablemos y actuemos como Marta y Olinda. Inclusive contagiamos a otros y se sumaron
más viejas al barrio. Mi amiga Caro también logra una excelente interpretación de una tercera vieja (que bien puede llamarse Mabel, Miguelina o Esther... según nuestro estado de ánimo y ocurrencia del momento).
Como la mayoría sabe o leyó en este blog, en el mes de enero nos fuimos a pasar un fin de semana a Mar del Plata. El domingo que volvíamos a Buenos Aires era un día horrible: lluvioso, frío y ventoso, por lo cual decidimos hacer una parada previa antes de partir por el Manolo de la playa para comprar unos (cuantos) churros para el viaje. Habíamos dejado estacionado el auto a la vuelta, sobre una de las calles laterales que sube desde la costa hacia el Centro, en pendiente.
Saliendo de Manolo, giramos a la derecha para volver al auto y nos chocamos con la postal de nuestro futuro.
Allí iban, intentando escalar la calle en pendiente y haciendo fuerza para vencer al fuerte viento en contra, tres viejas gordas y de nuestra estatura, tomadas de los brazos para ayudarse entre sí. Una era morocha (Caro), otra era rubia oscura (Barby) y la tercera también era rubia pero más clara (Naty).
Marta, Olinda y Mabel, veraneando en Mar del Plata.
O Caro, Barby y Naty, dentro de 40 años.
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