Acá me recibe Buenos Aires, nublada y rara. Pero estoy contenta de estar acá. De volver a disfrutar de mi casa, mi gente, mi familia, mis amigos y mi gato.
Ya estoy trabajando y no entiendo nada. Tengo muchas cosas para procesar todavía en mi cabeza. El viaje fue un mes vivido a plena emoción y con intensidad. Fue estar sola por primera vez con mi mochila al hombro y caminando por calles desconocidas. Fue reencontrarme con gente que hacía mucho no veía. Fue conocer gente nueva, lugares, olores, sabores y colores nuevos.
El vuelo de regreso tiene una anécdota aparte, quizás la única fea de todo este mes. Para contarlo rápido, en el vuelo de Madrid a San Pablo se subió un loco al avión, que se sentó al lado mío y terminó, literalmente, amenazándome de muerte y diciendo que me iba a matar y a pegar. Así que armé escándalo en el avión, me pasaron a un asiento en business class y al loco lo tuvieron vigilado hasta que llegamos a San Pablo y lo detuvo la policía. A mí me tomaron declaración en el avión y querían que me quedara un día en San Pablo para declarar también ante la policía brasilera, pero yo dije que prefería volver a mi casa, no quería perder mi vuelo a Buenos Aires. Hasta el mismo capitán del vuelo vino a pedirme disculpas en nombre de la compañía aérea y me dijeron que en estos días se iba a contactar conmigo personal de Varig para indemnizarme por los daños y perjuicios que me ocasionó este tipo en mi vuelo. Veremos, veremos...
La cosa es que estoy bien y no fue más que un susto. El único de todo el mes de viaje. Un susto que ahora queda en el anecdotario.
Eso. Estoy de regreso. Nos estaremos leyendo por ahí.
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