Cuando una viaja al que llaman Primer Mundo, te das cuenta que por más moderna e inteligente que quieras ser (o aparentar), hay muchas cosas que no sabés y que tenés que aprender. Cosas que tienen que ver con la vida cotidiana y que para ellos, los habitantes primermundistas, son habituales.
En mi reciente viaje por Europa, tuve que aprender, por ejemplo:
- a entender que con esa tarjetita plástica que me dieron en el check in en el hostel de Madrid (que no era más que una tarjetita plástica, sin banda magnética ni nada) yo podía abrir la puerta principal del hostel, la puerta de mi habitación y mi locker. Era cuestión de acercarla a no sé qué sensores invisibles.
- a interpretar todo tipo de sistemas de sensores para abrir las canillas de los baños públicos.
- a interpretar todo tipo de sistemas de sensores (y/o botones o manijas) para abrir las puertas de los vagones de los trenes y subtes.
- a disimular mi asombro porque en Paris no hay porteros eléctricos ni llaves para entrar a los edificios, sino tecladitos donde tipeás el código del depto al que querés ir y te abre la puerta automáticamente.
- a mejorar mi destreza y coordinación física cuando me duchaba en los hostels españoles y había que apretar un botón cada equis cantidad de tiempo para que no se te corte el agua caliente.
- a prestar atención al número de vagón de tren asigando y ver en los planos del andén en qué parte paraba ese mismo vagón (este detalle es importante porque algunos trenes de trayectos largos suelen "cortarse" en medio del recorrido y por ahí te subiste a la parte que se queda en otra ciudad que no era tu destino, y no hay manera de pasarse por adentro del tren ya que las locomotoras no tienen puertas, vio?).
- a bancarme sentarme en el asiento del acompañante en los taxis alemanes, ya que sino los tacheros piensan que les tenés miedo. Y a hacer cálculos mentales para saber cuánto sale realmente el taxi en España, ya que a lo que marca el reloj, después los turros le agregan el IVA.
- a distinguir rápidamente monedas de 20 cents de Euro y 50 cents. Son casi iguales, déjense de joder!
- a convalidar el boleto de tren en Italia antes de subir, en unas maquinitas amarillas que están al principio del andén.
- a separar la basura en: papel, restos orgánicos, envases, vidrios...
- a manejar máquinas expendedoras automáticas de lo que se te ocurra: desde la de los tickets para el subte o el estacionamiento, la típica de café, gaseosas o agua, hasta las de golosinas, monedas de cambio, sangría, vino, cigarrillos, chupetines, shampoo, fichas para el lavarropas... y adivinar cuáles dan vuelto y cuáles no.
- a dejar de putear porque en McDonald's el ketchup es gratis pero la mayonesa te la cobran... y por ende acostumbrarme a comer papas fritas con ketchup.
- a acostumbrarme que la Coca Cola es más dulce y que viene con mil variantes (con vainilla, descafeinada, mezclada con Fanta...) y que el café es un espanto.
Pero de costumbres hablaremos en otra oportunidad.
Pueden llamarme india, bruta o sudaca... Pero les aseguro que estando allá, no todo es tan fácil como parece eh!
-Y a los lectores europeos de este blog les pido que traten de no reirse demasiado de mí. O bueno, háganlo que yo también me río de mí misma-Etiquetas: Lecciones de vida, Viajes