Atendiendo a un pedido especial que me hizo ayer
El Tío, hoy voy a exponer la verdad acerca de qué es lo que acontece en los baños de mujeres. Por qué existe ese ritual de ir en grupito, por qué tardamos tanto, qué acontece en esos recintos (supuestamente) excluidos de la mirada masculina. Este post bien podría haber ido en
Bendito, pero como estamos en medio de una semana temática, lo escribo acá.
El primer obstáculo con el que toda mujer se encuentra cada vez que decide ir a un baño de un boliche, bar, cine, salón de fiestas o lo que sea, es, precisamente, otra gran cantidad de mujeres con las mismas intenciones. En los toilettes de damas siempre hay cola. Enorme, larguísima. Muchas veces eso no quiere decir que todas las que están ahí paradas esperando vayan efectivamente a pasar a los cubículos con inodoro, sino que hay muchas de ellas que son "
acompañantes". Pero esto provoca que igual nos hacinemos todas en el mismo recinto y que cada vez que entra un nuevo grupito, a alguna le terminen estampando un portazo contra la espalda. Eso es típico. Súmenle a eso el grupito que se encuentra frente al espejo (sobre este tema volveremos más adelante), el grupito que se encuentra esperando a que la/s amiga/s termine/n de hacer pis, y la señora con la mesita que te "
vende" cantidad de cosas como ser: papel higiénico, tampones, toallitas, chicles, condones, gomitas de pelo, perfume, chupetines...
Es decir, en el baño de damas siempre hay embotellamiento y, por consiguiente, hace mucho pero mucho calor.
Una vez que te bancaste hacer cola y soportaste la cara de tus compañeras de fila (que incluyen suspiros, mordida de labio inferior, bracitos cruzados y comentarios del estilo "
Cómo tardan! ¿Qué están haciendo?", "
Me pillo...", etc) y llegaste a conseguir un baño propiamente dicho, comienza la etapa de las acrobacias.
La primera destreza quedará demostrada cuando logres cerrar la puerta. En general las trabitas no funcionan, así que te las tenés que ingeniar para trabar la puerta con un pie mientras te desabotonás el pantalón o te subís la pollera o lo que fuera. Otro recurso es pedirle a alguna amiga que esté afuera el clásico: "¿Me tenés la puerta?".
Habiendo logrado mantener la puerta cerrada, comenzamos con la segunda acrobacia, que será: hacer nuestras necesidades intentando lograr que ninguna parte de nuestro cuerpo o de nuestra ropa toque o roce ese inmundo baño. Para ello se requiere fuerza de cuádriceps y mucho equilibrio.
Finalmente nos percataremos que... no hay papel higiénico (claro, tendríamos que habérselo comprado a la señora que está afuera)! Si somos astutas, siempre llevaremos un paquetito de Carilina en la cartera, así que habrá que continuar haciendo algunas piruetas más para lograr abrir la cartera y sacar un pañuelito del paquete, todo esto con la ropa desabrochada y manteniendo el equilibrio. El uso de apoyos, como por ejemplo el piso, queda descartado, ya que el mismo siempre se encuentra mojado, sucio, orinado y con restos de papel higiénico. Un asco.
Posteriormente procederemos a volver a abrochar y acomodar toda la ropa que teníamos puesta, para luego salir del baño. Como opcional, hay chicas que esta última maniobra la realizan fuera del mismo, para garantizar una mayor movilidad en un espacio más amplio.
Pasamos ahora al sector espejos y bachas. Mientras nos lavamos las manos, podremos observar la fauna del lugar, donde encontramos varios especímenes, a saber:
* las que se están retocando el maquillaje o acomodando el peinado.
* las que se arreglan la ropa: esto incluye subitems como arreglarse la medibacha, sacarse la bombacha de lugares incómodos donde no queremos que esté, acomodarse el push-up o esconder los breteles del corpiño para que no asomen por debajo de la ropa, y etcéteras varios.
* las que ayudan a la amiga borracha que tiene ganas de vomitar y no puede.
* las que consuelan a la amiga que está llorando. Los motivos por los que lloran siempre son los hombres.
* las que vinieron a cagarse a puteadas al baño para evitar un escándalo afuera. Acá también, los motivos de pelea son los hombres (o la amiga que se terminó curtiendo a su hombre... bah, en definitiva: los hombres!).
* las que tienen sed y vienen a tomar agua del pico de la canilla porque son tan ratas que no quieren comprarse un trago en la barra.
* las que (especialmente en noches de verano de mucho calor) vinieron a mojarse el pelo y, por consiguiente, ante dicha maniobra terminan salpicando todo el espejo y a quienes están alrededor.
* las que vinieron a chusmear cosas que no pueden decirse delante de
quien sea que esté afuera: "¿Y, pasó algo?", "¿Te gusta?", "Está bueno Fulanito eh...", etc.
* las que vinieron a solucionar algún tipo de inconveniente sorpresivo como: ruptura de taco del zapato, mancha de vino en la ropa, una costura que cedió, una uña que se rompió...
Y ahora sí, luego de haber sorteado todos estos obstáculos, estamos listas para volver a la mesa o a la pista. No se sorprendan si, a todo esto, ya pasaron más de veinte minutos porque, como verán, hay muchos factores que están en juego cada vez que las mujeres decidimos ir al baño.
Tampoco se sorprendan si diez minutos más tarde ya nos vuelven las ganas de hacer pis. Y así, la historia vuelve a repetirse.
Etiquetas: Lecciones de vida