Cuando uno tuvo la suerte de viajar bastante o, por las razones que fueran, de estar en contacto permanente con gente de otros países y de otras culturas, te empezás a dar cuenta que después de cierto tiempo ya sos capaz de identificar la nacionalidad de las personas que te rodean, observando tan sólo algunos rasgos físicos.
Así, con sólo mirarles la cara, o la ropa, o la postura (y sin haber escuchado la lengua en la que hablan) podés adivinar si aquel que pasó caminando por allá es brasilero, francés, yanqui, español o japonés (bueno, con los orientales es más fácil, obvio). Y vieron que lo mismo pasa cuando estás en el exterior y detectás al toque a tus compatriotas argentinos. No sé, hay algo en los rasgos, se les nota en la cara.
Lo mismo pasa con las voces. No me refiero al lenguaje, sino al tono de voz. Como si de acuerdo a la nacionalidad se pudiera establecer un rango de frecuencias dentro del cual se encuentran las voces de cada país.
Y si vamos un poquito más allá, fíjense que con la letra pasa lo mismo. Acá sería re interesante poder contar con el marco teórico que me podría dar mi tía, que es grafóloga, pero... posta: yo que trabajo rodeada de alemanes me doy cuenta al toque cuándo un manuscrito lo escribió un alemán. Tienen un estilo de letra particular, más allá de las características propias de cada individuo, hay como cierto patrón que se repite.
Lo interesante (si es que hay algo interesante en toda esta reflexión) es que todas estas cualidades permanecen inalterables, sin importar el lugar en el que viva cada persona. A lo que me refiero es que mi cara, mi tono de voz y mi letra de argentina no se modifican por más que yo me mude... no sé... a Italia y me quede a vivir ahí. Es decir: por más que me quede viviendo en Italia el resto de mis días, no voy a adoptar ni la cara, ni el tono de voz, ni la letra de las italianas. Lo mismo a la inversa. Los alemanes que viven acá, siguen teniendo cara, voz y letra de alemanes. O sea que en realidad, estas no son características ligadas pura y exclusivamente al contexto, sino que deben tener alguna base genética.
"
Obvio", van a pensar ustedes.
Sí, "obvio" es lo de los rasgos físicos. "Obvio" lo de la voz. Pero ¿lo de la letra?... Eso, me parece asombroso.
Si la letra es el reflejo de nuestra personalidad, pero a la vez hay ciertos patrones que estarían predeterminados genéticamente de acuerdo al lugar donde nacimos (o, me corrijo: ¿donde cursamos nuestra escolaridad?)... ¿podríamos decir entonces que hay ciertos rasgos de la personalidad que pueden llegar a estar relacionados con nuestro lugar de origen?
No sé... Por ahí es fruta.
Después le pregunto a mi tía grafóloga y les cuento.
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