Quienes tienen paladares hiper sensibles como el mío, quizás hayan apreciado que la CokaColla edición navideña (esa que venía con la etiqueta con motivos alusivos) tenía otro gusto del habitual, vaya uno a saber por qué. No sé, como que el jarabe venía distinto...
Por un momento me asusté pensando que quizás habrían cambiado algo en la fórmula y que el cambio era definitivo, pero no. Ahora que volví a comprar las botellas "normales" que se fabricaron pasada la Navidad, comprobé feliz que la CokaColla ha recuperado su sabor tradicional.
Tradicional... para lo que es el gusto argentino. Porque bien se sabe que el sabor de la CokaColla difiere según el lugar del globo terráqueo en el que te encuentres. Y no hace falta cambiar de país para comprobarlo (siempre manifesté que el sabor de la CokaColla alemana era el que personalmente más me gusta). Basta con que te acerques, por ejemplo, al fast food de la eme amarilla más cercano a tu domicilio y pidas CokaColla para que veas cómo cambia el gusto de ese brevaje que sale de la maquinita y cuyo sabor depende de la proporción utilizada de agua y jarabe.
Todo esto solamente para concluir pensando que eso de que "
hay únicamente dos personas en el mundo que conocen la fórmula completa de la CokaColla" es un mito urbano tan grande como aquel que dice que Pink Floyd viene a tocar en vivo en el Valle de la Luna.
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