Y a veces, como hoy, duelen los pies y las piernas y la cintura y toda estructura ósea y muscular que soporta el peso de mi cuerpo parado durante horas.
Pero de qué puedo quejarme, si eso pasa por trabajar y trabajar es lo que me permite mantenerme viva, comer, tener un techo, ropa para vestirme, comodidades y momentos de ocio.
O pasa por caminar, y caminar es lo que me permite mantenerme en movimiento y no estancarme en un sólo lugar, por más cómodo que pueda parecer a veces.
En otras ocasiones son los empeines resentidos. Eso es por estar en puntas de pie intentando una visión más allá de lo posible.
Los brazos y la espalda levantan pesos y también se resienten. Quizás sea por transportar cosas de acá hacia allá o de allá hacia acá, pero nunca quietas. Siempre llevando o trayendo o apartando pesos del camino, y es así.
Y la cabeza que a veces parece sacar tanto humo que va a estallar. Pero qué sería de mí si tuviese sequía de creatividad.
Qué más se puede decir. Quejarse, no. Siempre hay recompensas. Como por ejemplo llegar a casa y que te hagan masajes en los pies con cremita humectante. Y achinar los ojos ante tanto placer.
Léase en sentido literal o filosófico, el texto soporta ambas interpretaciones.Etiquetas: Él, Porque sí