Subir a la baulera de mi edificio es una situación que me da mucho miedo. No sé, ese lugar es medio siniestro y siempre pienso que me voy a encontrar con alguna sorpresa desagradable en medio de esos angostos pasillos con olor a humedad (léase: cuca, ratita o bicho cualquiera). O que alguien va a cerrar la puerta y me va a dejar encerrada ahí adentro.
Feo, feo, nunca me gustó.
Pero hay veces que no queda otra.
Mañana me toca un nuevo baulera-tour que ya no puedo seguir posponiendo por más tiempo.
Valija mode: on. Y a la valija hay que ir a buscarla ahí arriba, no queda otra.
Hora de hacerse cargo de los tiempos (esto me lo digo a mí misma, eh...). Dentro de una semana -el domingo 25- estoy partiendo rumbo al verano del país quilombo en pleno Mundial.
Hora de hacer la listita para no olvidarme de nada. Al menos hoy ya me empecé a poner las pilas y compré la caja de alfajores Havanna que va directo al
Farfhogar.
Y espero que clasifiquemos primeros en el grupo, así no me toca
no-ver el partido de Argentina de octavos de final en pleno vuelo.
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