El año pasado, en el último tramo de mi viaje, me compré en Barcelona una valijita azul de esas que tienen rueditas, para poder transportar todas las boludeces que ya había acumulado tras casi un mes de aventuras... y la ropita linda que me había comprado en las tiendas españolas que ya no me entraba en la mochila de campamento.
El primer viaje de la valija azul fue aquel famoso vuelo entre Madrid y Sao Paolo donde el señor brasilero del horror quiso torturarme y blah... esa historia ya la conocen.
Este año decidí llevarme la valijita azul conmigo de viaje a Europa una vez más, acompañada por otro bolso que iba a la mitad de su capacidad. Y de Buenos Aires hacia allá estuvo todo bien. Pero resulta que se me antojó llevar
todo en aquella valijita en mi vuelo de Zurich a Paris via Düsseldorf. Y cuando digo todo me refiero a todo y mucho más (ropa, zapatos, camperita, regalos para los
Farfos, accesorios de la cámara de fotos, zapatillas, toalla, ropa interior, maquillaje, elementos de perfumería, etc...), salvo los documentos, la plata y la cámara de fotos que iban en el equipaje de mano, y otras cosas de ropa, etc. que dejé en Alemania porque no tenía sentido llevarme todo (por suerte!).
Resulta ser que en dicho vuelo me han perdido la valija. Y si bien podría culparse del hecho a la aerochotalínea en la que viajé (Air Berlin), en realidad los responsables fueron los señores de una empresa suiza que se dedica al transporte de carga y equipaje aéreo (Swiss Port).
Así que... nada. Anduve los 4 días por Paris con lo puesto, y gracias a la gentileza de
Barluz que me facilitó un cepillo de dientes y su dominio del francés para hacer las ochomil llamadas telefónicas con las que atosigamos a esta gente para averiguar sobre el paradero de mi equipaje, y al alma caritativa de una de las alumnas de MdVA que me prestó un cosito para mis lentes de contacto, pude sobrevivir con lo indispensable hasta que regresé a Alemania, con mi pollera blanca tan mugrienta que ya era gris y con mis piececitos rotos de andar solamente en Havaianas, donde mi querido padre me llevó urgentemente a comprarme un jean, unas zapatillas y un sweater para poder regresar a Buenos Aires con una vestimenta más acorde al invierno argentino.
Ahora estoy en litigio, una vez más en mi vida... esperando ver con cuánto me indemnizan estos señores de Swiss Port y Assist Card por mi equipaje perdido.
Primer Mundo? Qué es eso? Si la valija se perdió entre Suiza, Alemania o Francia... En fin. Se ve que la valija azul tenía alguna especie de mufa adosada, así que... nu te quiedo nada buuuuhhh! Si te llego a recuperar, vacío el contenido y te prendo fuego. Malahhh!!
De todas formas... estoy de regreso! Vuelta a casa y a los abrazos extrañados. Muy lindo todo, muy rico todo, la torre Eiffel sigue estando en el mismo lugar de siempre y los vinos franceses siguen sabiendo perfectos a mi paladar.
Gracias Farfos una vez más por todo! Que igual quedan excelentes recuerdos de esta versión 1.0!
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