No importa con cuánto tiempo de anticipación hayas empezado a ver todo.
No importa si te dedicás a esto como un trabajo, con lo cual la organización realmente es lo tuyo y estás perfecta con el timing de todo.
No importa que tengas todo bajo control, y que hayas logrado las mejores negociaciones con los proveedores y encontrado las ideas originales que pensaste para ese día.
No importa que seas feliz porque encontraste el salón que más les gustaba, te estás haciendo el vestido de tus sueños, y tenés toda la ilusión en tu cabeza de que estás haciendo lo imposible para que ese momento sea perfecto, sencillamente porque te estás casando con la persona que amás.
A pesar de que disfrutes junto a tu pareja de cada preparativo, cada momento previo, cada decisión (porque se llegan a tomar decisiones de lo más absurdas, triviales e irrisorias...), se comprueba que es cierto lo que todo el mundo dice:
La parte más difícil de organizar un casamiento, es la definición del listado de invitados y su consiguiente ubicación en mesas.
Bajas esperadas. Bajas inesperadas. Reacciones absurdas. Nacimientos. Problemas de dinero. Problemas de distancia. Ex parejas. Nuevas parejas. Parejas que se separan pero donde ambas partes siguen estando invitadas. Invitados que agregan invitados como si le agregaran azúcar al café. Familiares que no se hablan entre sí. Caprichos,..
Imaginen que si ya es conflictivo siempre el famoso
¿con quién vas a pasar Navidad y Año Nuevo?, en este tipo de eventos todo se potencia. La estupidez humana también.
Lo más triste de todo, es que la gente pierde de vista lo que es más importante: que somos dos personas que queremos compartir junto a la gente que queremos la alegría de estar juntos, de amarnos y de unirnos para toda la vida.
Lo más triste es que hay gente que no tiene la adultez suficiente para darse cuenta de esto, y prefiere seguir ocupando su cabeza con quilombos ajenos a los pobres novios, que, aparte de no poder confirmar nunca la lista y angustiarse con cada "
disculpame pero no voy a poder ir", amenazan con la especulación a la economía y el presupuesto.
Joder, es una fiesta! ¿Es que la gente está tan mal que ya no quiere compartir un momento de alegría y felicidad?
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