Muchas veces tuve miedo. Me sentí rara, sola, incomprendida. Soltaba chistes de los que nadie se reía. En mi cabeza jugaban las palabras, solas. Jugaban las palabras en las frases. Jugaban las frases. Y jugaban las letras de las palabras.
Sentía que mi ojo era por demás observador. “¿Cómo te das cuenta de eso?”, me preguntaba la gente. Y no es que esté tan aburrida que no tengo nada mejor que hacer que sentarme a mirar, o nada mejor en qué invertir mi tiempo y por eso mi cerebro hila pensamientos, imágenes, sensaciones… No sé, me sale así, natural.
Me tildaron de espía, de nerd, de Calculín (sí, ya sé, delata mi edad, pero bueh…), de enciclopedia, de rocola… Me pusieron miles de etiquetas solamente por tener esa facilidad natural para almacenar todo en mi memoria: lugares, gente, nombres, olores, canciones, sonidos, colores, voces, texturas, sabores, fechas, acontecimientos… miles de cosas que soy capaz de revivir y describir con un ínfimo margen de error.
Tuve que encerrarme a dibujar y a escribir (¿cuál es la diferencia?) y atesoré todo por miedo a seguir pareciendo rara. ¿Para qué comunicar algo que nadie iba a entender, o algo tan personal? ¿Dónde, dónde tengo que ponerlo para poder sacarlo de adentro mío y que ya no me pese? ¿A quién le puedo hacer todas las preguntas que viven rebotando en mi cabeza?
El Mar Azul está por cumplir un mes. Y es en este Mar donde puedo volcar todo esto que contuve durante 26 años y que sigo acumulando, pero ahora ya lo puedo descargar. Y lo descargo sin temor, porque gracias a él encontré que hay mucha gente como yo, a la que le pasa lo mismo, que se pregunta tantas cosas como yo, que siente necesidad de contar lo que le pasa, de profetizar, de poetizar (si es que existe ese verbo), de jugar con las palabras y los hechos, y que tampoco tiene miedo de hacerlo ni miedo de leer lo mismo que nos sucede a todos.
Podremos ser raros los “bloggers”, pero no estamos solos. Yo ya no me siento ni rara ni sola. Así que nada… gracias. Gracias a los que tienen sus propios blogs y que con sus posts me hacen pensar, reír, llorar… A los que leen sin comentar (lectores silenciosos), pero que piensan, ríen y lloran igual. A los que leen y comentan, después de pensar, reír y llorar.
Etiquetas: Avisos parroquiales, Mar adentro