Es que últimamente me pasa eso: que escucho y que leo cosas buenas sobre mí. Lo mejor de todo es que sé que son ciertas y sinceras, pero mi ego es así de pequeñito. Como a cualquier otro, me gusta que me elogien, que me agradezcan, que me reconozcan, me gusta recibir un buen feedback de mis acciones. Mi problema quizás es la asimilación de ese feedback.
Quizás tenga un ego anémico y le falta la hemoglobina que transporte el oxígeno que los demás quieren brindarle a mi sangre.
Yo creo que está bien que sea así.
Creo que si al borde de soplar las veintisiete velitas estoy cosechando semejante cantidad de flores provenientes de tan diversos jardines, es porque en algún momento la semilla que allí planté fue de las buenas.
Y si hoy puedo reencontrarme con gente que dice que me ve bien y que quiere verme más seguido, recibir abrazos acompañados de un
"sos una buena amiga", hacer explotar un contador de
"gracias", ver a un jefe orgulloso con mi tarea, mirar a los ojos empapados de una madre que me dice
"estoy tan feliz de verte tan madura", que me duelan los oídos de escuchar tantas risas de la gente que me rodea por un chiste que yo hice, leer que para un ex soy especial, y recibir tantos
"te quiero mucho" de parte de esos locos que conozco hace tan poco... es porque seguramente algo estoy haciendo bien. Por fin, algo bueno irradio.
Y ese ego que hasta hace poco y durante tanto tiempo estuvo sometido a una dieta estricta e hipocalórica, hoy está en el tenedor libre dándose una panzada.
Buen provecho.
Etiquetas: Mar adentro