Él solía decir:
"El día que yo no sienta más esa ansiedad por, por ejemplo, estrenarme en seguida la ropa que me compro o que me regalan... ese día voy a saber que perdí la pasión".
La última Navidad que pasamos juntos, le regalé unos boxers negros de algodón.
Un mes más tarde me confirmó que él había perdido su pasión por mí.
Etiquetas: Mar adentro