Hoy sólo quiero que te pierdas en los caminos que tus besos tracen sobre mi cuerpo. Y no en los que tus pensamientos dibujan en tu cabeza.
Hoy sólo quiero que tus labios se abran para besarme y para decirme todas esas cosas dulces que tan bien sabés pronunciar y que a mí tanto me gustan escuchar. Ya habrá tiempo para que me hagan preguntas y me expliquen y me expongan.
Hoy sólo quiero que me abraces eternamente. Hasta el calambre. Hasta que nuestros cuerpos queden agotados de un feliz cansancio y así, despacio, nos sumerjamos juntos en un sueño plácido.
Hoy estoy incapacitada para explicarte cualquier otra cosa que no sea todo esto. No sé nada del ayer y mucho menos del mañana. O bueno, sí. De mañana sólo sé que amaneceré a tu lado y que, después de despedirte con un beso, voy a acariciarte con mi mirada, tratando de que así entiendas que sigo sin poder explicarte o explicarme, pero que muy lejos estoy de querer lastimarte. Y que si esta noche o mañana algo de todo esto te duele, quiero saberlo para dar la vuelta e irme en silencio. Total y absoluto, si eso es lo que vos querés.
Pero volvamos a hoy.
Hoy sólo quiero estar con vos.
Etiquetas: Mar adentro