¿Miedo de qué? Del tiempo.
El tiempo siempre me dio miedo. Le tengo temor a esa variable que no soy capaz de dominar y que juega conmigo a su antojo.
Dentro de tres días arranca el último mes del año. Eso es algo que me asusta. La velocidad con la que pasa el tiempo me asusta.
Si soy capaz de recordar a la perfección los días en los que no tenía necesidad de caminar porque me transportaban en ese cómodo cochecito. Los veranos pedaleando mi triciclo en Uruguay. Todas las canciones del jardín de infantes. Los asaltos de la primaria. El viaje a Disney. Las galletitas de miel de mi abuela. Los mimos de mi mamá. Patitas de tero, como me decía mi tío. La secundaria. Desarrollarme. La matiné. El primer beso. Los campamentos. Vivir sola cinco meses en Europa. La primera vez. Ser bachiller. La facultad. Ser licenciada. Ejercer. Trabajar. ¿Cómo es que todo pasó tan rápido?
Y llego al hoy, donde se supone que debería tener las cosas un poco más claras. Donde estoy en una edad en la que ya asumí todas las responsabilidades máximas: trabajar, independizarme económicamente, vivir sola. Y me doy cuenta que no tengo nada claro. Que quiero seguir, pero no por donde voy. Que quiero estudiar otra cosa y trabajar en otro lado. Que quiero seguir conociendo el mundo. Y que mi
susanística ambición no tiene perspectiva de concretarse hasta dentro de unos cuantos años más.
No estoy insatisfecha ni deprimida. Todo lo contrario. Estoy orgullosa de todo lo que logré y entusiasmada con mis ganas, con mis proyectos, conforme con la realidad en la que vivo. La paso bien. Me divierto... Pero está ese miedo.
Hago un stop irreal ahora, en este mismo instante, y pienso.
Me da miedo que el tiempo no me alcance.
Me da miedo elegir.
Me da miedo quedarme corta.
Me da miedo saber que poco a poco los que están a mi lado comenzarán a partir.
Me da miedo pensar que quizás no logre hacer todo lo que quiero.
¿Miedo de qué? De eso. Del tiempo.
Etiquetas: Mar adentro