Qué loco es, ¿no? Pareciera como si las cartas de nuestro destino estuvieran barajadas por la misma mano, y ahora te repartió a vos un juego muy parecido al mío, como si no importaran las distancias que desde hace un tiempo nos separan. La diferencia es qué hizo cada jugador con ellas.
Yo agarré las mías. Las miré. No me gustaron y lloré. Pero me banqué esa mala mano sola. Hice mi jugada como pude, y todavía tengo algunas cartas acumuladas de ese gran pozo feo que me obligaron a levantar. Pero qué va, ni siquiera te lo comenté ni te pasé una seña, y jugué callada.
Y ahora a vos te toca una mano parecida y ¿qué hacés? Me llamás a mí. También llorás, también estás asustado y tenés miedo. Pero, ¿qué puedo hacer yo con todo esto, desde este nuevo lugar? ¿Te canto el
sana sana? Yo ya no puedo ni quiero sostener tu mano, tranquilizarte, velar por vos. No me corresponde. Yo ya no quiero ser aquella que te rescate, ¿por qué entonces acudís a mí? ¿Por qué me dejás con este dilema moral en la cabeza?
Y no sé qué hacer. Pero tengo corazón, y vos sos un tarado que eso lo sabe perfectamente, sabés cuáles son mis puntos sensibles, sabés hacia dónde apuntar para que las cosas me lleguen.
Me dejás con esta sensación rara y la responsabilidad de saber medir hasta dónde van a llegar mis acciones con respecto a esto, hasta dónde voy a jugar.
Claro que no te deseo nada malo. Por supuesto que quiero que estés bien. Y qué más puedo decir que: sí, bueno, voy a aportar lo que sea necesario para que vuelvas a estar nuevamente en pie, jodiendo como siempre, porque así es como todos estamos acostumbrados a verte.
Odio ser conciente con esto de estar acercándome cada vez más a la famosa respuesta de que es cierto que quizás sea la mujer más importante en tu vida. Pero es un título que ahora me pesa, me queda demasiado grande. Y no lo quiero.
Una vez más, voy a estar para vos. Una vez más, voy a aparecer ante tu pedido y te voy a hacer alguno de nuestros chistes tontos para arrancarte una sonrisa. Una vez más, te vas a conmover, vas a llorar en mi hombro y una vez más me lo vas a agradecer como si te hubiera salvado la vida. Una vez más estamos anotando otro puntito en este partido que parece interminable.
Etiquetas: Mar adentro