Te preguntabas cómo hacía. Fácil. Soy observadora. Sé leer cada gesto de mis compañeros de mesa de manera tal de poder inferir sus cartas. Esta habilidad me permite saber con precisión cuándo es conveniente elevar las apuestas y cuándo es mejor dejar pasar la mano. Ése es todo mi secreto: saber mirar.
El problema es que eso no me evita confundirme a veces y creer que soy la reina de corazones cuando, en realidad, me están usando de comodín.
No siempre gano en este juego.
Etiquetas: Mar adentro