Esta mañana, yendo en mi querido colectivo 151 rumbo al trabajo, pareciera que a todo el mundo se le dio por charlar. A lo que voy es que se dio la casualidad que durante los 45 minutos que tengo de viaje desde Belgrano hasta Once, observé que se entablaron diversas conversaciones entre pasajeros que hasta ese momento eran perfectos desconocidos.
Una chica que evidentemente es médica del hospital Güemes (porque todas las mañanas a la misma hora se toma el bondi conmigo, vestida de ambo, y se baja en la parada del hospital) se puso a charlar con una señora mayor que se sentó a su lado.
Una señora gorda mantuvo diálogos con una adolescente darkie hiper maquillada.
Sentados en el asiento largo de atrás de todo iban conversando acerca de sus respectivas profesiones y ocupaciones un señor y otra señora...
Y cuando pasé por la puerta de Cromagnón, como todas las mañanas, no pude evitar mirar y descubrí que hoy había algo nuevo. Claro, hoy se cumplieron once meses de la tragedia, y a manera de homenaje evidentemente, habían colocado en la puerta una mariposa gigante hecha de... tela de media sombra negra!
Para mi gusto, más que homenaje, demasiado morbo.
El resto del día fue bastante complicadito, pero para rematarla, a la salida del trabajo me agarró la manifestación de Cromagnón que avanzaba justo por la avenida Rivadavia, así que tuve que desviarme y perseguir al colectivo para alcanzar el 151 que me trajo de regreso a casa.
El malhumor que me produjo dicha travesía extra (con todo mi cansancio del día acumulado y las 2 horas extras trabajadas pesando sobre mis hombros!) se disipó cuando hice asomar una sonrisa al pasar justo por la puerta del trabajo de
Él...
Así que mientras
Él trabajaba, yo pasaba por ahí, a pasitos nomás, y le tiraba un beso al aire que, espero, le haya llegado.
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