A veces, como hoy, mi mente se detiene un rato, deja de hacer, se sienta en una esquina tranquila, se prende un pucho y contempla lo hecho a su alrededor. Y asiente con la cabeza, asomando esa sonrisita con mordida de labio inferior.
Soy conciente que prácticamente no soy habilidosa para nada, no me destaco en muchas cosas, no sé tocar bien ningún instrumento (no, no cuenta que sepa varios acordes en la guitarra), para los deportes soy una ojota y la edad me hizo perder la práctica semi habilidosa de las pocas disciplinas que me salían bien (del hockey sólo conservo las piernas maceta, del handball la excesiva fuerza con la que puedo lanzar un objeto, y el viernes por la noche quedó demostrado que el equilibrio que tenía para patinar sobre hielo me lo debo haber dejado olvidado en algún canasto de juguetes...). Tampoco soy buena dibujando, ni tejiendo, ni cosiendo, y las estrategias que sabía desarrollar en el TEG o en el ajedrez quedaron en desuso...
Creo que muchas veces actúo por impulsos. En el momento tomo decisiones que no sé hacia dónde me van a conducir, no tengo un plan establecido de antemano, pero en este último tiempo aprendí a hacer a un lado el miedo que muchas veces acompañaba a mi cuerpo suspendido en el aire luego de saltar de un trampolín altísimo y no saber si debajo me esperaba una pileta rebalsante de agua fresquita o el más duro de los asfaltos.
Hice, hago, acomodo fichas... y de pronto aparece el cuadro completo. Es como dar un paso hacia atrás para cambiar la perspectiva y encontrarse con una hermosa obra de arte, armónica, bella, donde nada sobra ni nada falta.
No me puedo quejar... al contrario, creo que en este momento de mi vida soy la persona más indicada para reir y agradecer. Cuando miro hacia los costados me encuentro rodeada de aquellos que elegí y que me eligieron, con la cantidad precisa de brazos extendidos dispuestos a abrazarme.
Y ahora que salté y que me detengo un segundo a tomar aire puedo apreciar bien el paisaje:
Veo que hay un Amor que me acompaña, me cuida y me quiere. Veo mi casa. Veo a mis amigos divirtiéndose conmigo. Veo a mi familia ofreciendo siempre un soporte. Veo un nuevo trabajo que me da la posibilidad de crecer, en un ambiente contenido. Veo mis proyectos. Veo mis logros y mis objetivos. Veo un nuevo viaje que se avecina. Y de fondo, una música conocida...
Etiquetas: Mar adentro