Lo bueno de tener computadora nueva y virgen (sisí, dije virgen y esto no es
Bendito!) es que es como un empezar de cero, como una
tábula rasa... y nada más acorde a este momento de mi vida.
A pesar de que hace algunos meses, cuando mi compu anterior falleció, estuve lamentándome por todos los archivos que había perdido (mp3, fotos, muchísimos textos, jueguitos, programas, recetas de cocina, y todas esas chucherías que se van acumulando en el disco rígido), recién hoy me percaté que en la gran limpieza general forzada han desaparecido también muchas otras cosas.
Cosas de esas que ya eran indeseables desde hace un tiempo, pero que sin embargo por alguna extraña razón una no es capaz de eliminar voluntariamente, y quizás sea esto más por la costumbre de que estén ahí que por alguna otra razón . Me refiero a cartas, mails y fotos de relaciones pasadas, archivos que han dejado de existir por obra y arte de una falla tecnológica.
Lo loco no es solamente que recién hoy me haya percatado de ese pequeño detalle, sino que lo interesante es haberme dado cuenta de que realmente no me importa que todo eso ya no esté, sino al contrario: me hace sentir bien, limpia y liviana.
La historia comienza a escribirse y es totalmente oportuno que a esta nueva etapa le corresponda un nuevo disco rígido donde podamos guardar todas nuestras imágenes y todas aquellas dulces palabras que nos dedicamos a diario.
Eso sí, esta vez prometo que no me voy a olvidar de hacer un back-up períodico.
Etiquetas: Mar adentro