Cuando éramos chicas, con mi hermana teníamos la suerte de poder viajar bastante, gracias a que a nuestros padres también les gustaba eso de conocer lugares nuevos todo el tiempo (quizás ya desde entonces es que fomentaron sin saberlo nuestra pasión por viajar).
De chiquita yo era muy miedosa. Le tenía miedo a todo: a dormir en una cama que no fuera la mía, a los animales e insectos, a ir a un baño que no fuera el de mi casa... Mi hermana, por el contrario, no parecía tenerle miedo a nada. Siempre fue mucho más valiente que yo, y es por eso que cada vez que yo sentía miedo, me bastaba con mirarla a ella y descubrir su valentía y su serenidad, para tranquilizarme.
A pesar de que siempre fuimos muy distintas, nos divertíamos mucho. Jugábamos, nos contábamos todo, nos confiábamos nuestros secretos, y yo aprendí muchas cosas de mi hermana mayor.
Ella siempre fue muy inteligente y responsable. Trabajadora y aplicada, tanto en la escuela como en la universidad. Y también siempre fue muy soñadora... Durante muchos años soñó con un Gran Amor, pero su príncipe azul no aparecía.
Recuerdo que yo siempre le decía que estaba segura de que la vida le estaba reservando algo grandioso y especial, y que a pesar de que tardara un poco más en llegar, valdría la pena esa espera porque seguramente encontraría a un hombre que la amara de verdad.
Este hombre apareció un día durante unas vacaciones en Nueva Zelanda (sí, curiosamente fue durante un viaje!), y desde el comienzo de la relación todos supimos que ese amor que sentían mutuamente era muy fuerte, a pesar de que ella se encontraba en Buenos Aires y él en Alemania.
Ellos dos nos demostraron que cuando el amor es verdadero, todo es posible. Y una vez más, mi hermana me demostró a mí que ella es una persona valiente y que no tiene miedo... de ser feliz. Se mudó a Alemania con él y juntos formaron su propia familia. Una unión de la cual tengo el privilegio de ser la testigo.
Anoche escribí este mismo texto, sólo que en alemán. Formará parte de una sorpresa que estamos preparando con los futuros suegros de mi hermana (alemanes) para regalarles en formato "libro", con fotos ilustrativas y todo, a los novios en el día de su casamiento.Sí, mi hermana se casa el 1º de julio de este año, y yo voy a ser la testigo de la boda. Una experiencia con un plus: nunca asistí a un casamiento en un país extranjero ni en otro idioma.Quise poner este texto acá para poder tenerlo siempre presente y cerca mío. Porque la cercanía es algo mucho más importante cuando la distancia es un factor a tener en cuenta.Etiquetas: Mar adentro, Yo niña