Hace un par de días surgió en mi papá la inquietud de reacomodar un poco la vida familiar. La situación es que a diez años ya de la muerte de mi abuelo José y otros dos de la de mi abuela Catalina, tenemos un enorme departamento -el que les pertenecía y que mi papá usa ahora como oficina- repleto de cosas de ellos de las cuales nunca nos desprendimos ni nada.
Mis abuelos, como buenos sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial, tenían la característica de acumular una gran cantidad de cosas. Este departamento del que hablo es realmente enorme: tiene 4 ambientes con dependencia de servicio, con placares y muebles varios abarrotados de cosas. Y nunca fuimos capaces, luego de la muerte de mis abuelos, de hacer orden, vender o donar cosas más allá de la ropa de cada uno de ellos.
Ahora parece que a mi papá le llegó el momento de por fin deshacerse de todo esto, y me pidió ayuda en la difícil y lenta tarea que va a ser vaciar este lugar. Él quiere que yo me lleve todo lo que me guste o necesite: muebles, vajilla, etcétera.
Lo curioso (sobre todo para él, cuando se lo dije) es que de la gran cantidad de cosas que hay allí adentro, a mí no me interesa quedarme con nada de todo esto. Por supuesto que voy a ayudar a mi papá, pero ya le aclaré que los objetivos de mi búsqueda apuntan a encontrar finalmente el libro del árbol genealógico de toda la rama paterna de mi familia (un ejemplar que, según recuerdo, está anillado en plástico blanco y tiene tapas transparentes de color azul) donde justamente yo represento a la última rama que corta nuestro apellido para siempre (soy la mujer más joven de toda la familia y ya no quedan hombres que puedan seguir pasando nuestro apellido a su descendencia), las memorias que escribió mi abuelo acerca de sus vivencias durante la Guerra -que, según sé, están escritas en alemán, pero que de ser necesario me tomaré el tiempo de traducirlas como para que quede como testimonio para la posteridad en caso de que mis descendientes no sean germanoparlantes-, y la gran cantidad de recetas de cocina que pertenecieron a mi abuela, para poder así concretar junto a mi hermana un proyecto que tenemos desde hace años: armar el libro compilado de las recetas de la abuela Catalina.
Una vez logrados estos tres objetivos voy a poder sentir que cubrí finalmente ese huequito que vengo cargando hace rato, esa necesidad de completar una parte importante de mi historia para siempre, y de, a la vez, poder estar yo misma haciendo un poco de historia.
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